OFS, informa que no cobra dinero alguno por estudios crediticios o que practica retención alguna diferente a las de Ley.
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Publicación sobre Actualidad Financiera
A través de este espacio, lo(a)s usuario(a)s pueden anticiparse a oportunidades de financiamiento, conocer actualizaciones regulatorias y acceder a contenidos formativos e innovaciones que fortalecen su conocimiento financiero y su capacidad de decisión.
Ciudad de Panamá, 17 de octubre de 2025 (Por Lucio H. Mora H.) - Durante 2025, más de 130 países —que representan más del 95 % del PIB mundial— se encuentran explorando o desarrollando monedas digitales emitidas por bancos centrales (CBDC, por sus siglas en inglés), según el último informe del Atlantic Council.
Esta tendencia busca ofrecer un medio de pago más seguro, rápido y transparente, aprovechando las ventajas de la tecnología blockchain y reduciendo la dependencia del efectivo.
Países como China, India, Suecia y Brasil ya se encuentran en fases avanzadas de implementación, mientras que la Unión Europea proyecta lanzar el euro digital para 2026.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) considera que las CBDC podrían “modernizar los sistemas de pago, aumentar la inclusión financiera y mejorar la trazabilidad del dinero público”, siempre que existan garantías adecuadas de privacidad y ciberseguridad.
Una moneda digital de banco central es una forma electrónica del dinero soberano, emitida directamente por el Estado o su autoridad monetaria.
A diferencia de las criptomonedas privadas, las CBDC no buscan sustituir al dinero tradicional, sino complementarlo, garantizando estabilidad, respaldo legal y aceptación universal.
Entre sus principales ventajas destacan:
Pagos instantáneos y de bajo costo, sin intermediarios bancarios tradicionales.
Mayor transparencia y trazabilidad, reduciendo riesgos de fraude y lavado de dinero.
Inclusión financiera, al permitir que ciudadanos sin cuenta bancaria puedan realizar transacciones digitales seguras.
Mejor control macroeconómico, ya que los bancos centrales pueden monitorear el flujo monetario en tiempo real.
Aunque Panamá no emite su propia moneda ni cuenta con un banco central, el país observa con interés el avance de las CBDC por su impacto potencial en el comercio, las remesas y los servicios financieros.
El Banco Nacional de Panamá y la Superintendencia de Bancos (SBP) han manifestado que la adopción de instrumentos digitales podría fortalecer la competitividad del sistema financiero panameño, siempre que se mantengan los principios de transparencia y cumplimiento internacional (AML/CFT).
El ecosistema fintech panameño, que ya opera con billeteras electrónicas, pagos instantáneos y plataformas de crédito digital, podría integrarse fácilmente con futuros sistemas regionales de dinero digital, especialmente en colaboración con bancos de Centroamérica y el Caribe.
El gran desafío de las CBDC es encontrar el equilibrio entre innovación y privacidad.
Mientras las autoridades monetarias buscan trazabilidad para prevenir delitos financieros, los ciudadanos demandan protección de datos y autonomía en el uso del dinero.
Por ello, organismos como el FMI y el Banco de Pagos Internacionales (BIS) trabajan en estándares globales de ciberseguridad y gobernanza para garantizar un uso responsable de esta nueva forma de dinero.
Ciudad de Panamá, 28 de septiembre de 2025 (Por Lucio H. Mora H.) - En un entorno económico global cada vez más complejo, la educación financiera se ha convertido en una herramienta indispensable para el bienestar de los ciudadanos.
Comprender cómo funcionan los productos financieros, las tasas de interés, el ahorro, el endeudamiento responsable y la inversión permite a las personas tomar mejores decisiones y evitar riesgos innecesarios.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) han insistido en que la falta de educación financiera es uno de los principales factores que limita la inclusión y la estabilidad económica en América Latina. En Panamá, donde una parte significativa de la población aún no accede plenamente a servicios bancarios, la educación financiera es un reto social y una oportunidad estratégica.
De acuerdo con el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), cerca del 40 % de los panameños adultos no posee cuenta bancaria activa y más del 60 % carece de un plan de ahorro formal.
La situación es más crítica en sectores rurales y entre trabajadores informales, donde predominan el uso de efectivo y la ausencia de historial crediticio.
Ante este panorama, diversas instituciones financieras y fintech locales han lanzado programas de capacitación, plataformas digitales y aplicaciones móviles que promueven la planificación económica personal y el acceso a microcréditos, cuentas digitales y productos de ahorro.
Evita el sobreendeudamiento: comprender los intereses, plazos y condiciones ayuda a utilizar el crédito de manera responsable.
Fomenta el ahorro y la inversión: permite planificar metas a mediano y largo plazo, creando estabilidad económica familiar.
Impulsa la inclusión: facilita el acceso a productos financieros, mejorando la vida de personas tradicionalmente excluidas del sistema bancario.
Promueve la estabilidad económica: ciudadanos informados generan economías más sólidas y sostenibles.
El BID Lab apoya proyectos de educación digital y microfinanzas en Panamá y la región.
Varias fintech panameñas desarrollan aplicaciones que simulan escenarios financieros, enseñando a los usuarios a administrar ingresos y deudas.
Escuelas y universidades comienzan a incluir módulos básicos de educación financiera en sus programas académicos.
La clave está en combinar tecnología, pedagogía y accesibilidad, para que los ciudadanos puedan aprender a gestionar sus finanzas desde cualquier dispositivo móvil.
La educación financiera no es solo un tema académico: es una herramienta de empoderamiento económico y social.
En un país como Panamá, que busca consolidar su liderazgo como centro financiero regional, invertir en educación económica desde edades tempranas es esencial para construir una sociedad más equitativa, informada y resiliente.
La verdadera inclusión no se logra solo ofreciendo productos financieros, sino enseñando a las personas a utilizarlos con inteligencia, responsabilidad y propósito.
Ciudad de Panamá, 17 de agosto de 2025 (Por Lucio H. Mora H.) - El comercio mundial atraviesa una nueva etapa de tensiones en 2025. Las recientes políticas arancelarias impulsadas por Estados Unidos y las respuestas de la Unión Europea y China están reconfigurando las cadenas de suministro internacionales.
Según la Organización Mundial del Comercio (OMC), el intercambio global de bienes crecerá apenas 1,5 % en 2025, muy por debajo del promedio histórico de 3,5 %.
Las medidas arancelarias aplicadas a productos tecnológicos, metales y bienes agrícolas han incrementado los costos de transporte, generado incertidumbre en los mercados y forzado a muchas empresas a redirigir sus rutas logísticas y buscar nuevos socios comerciales.
La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, advirtió que el impacto de los aranceles aún no se ha sentido plenamente, y que los próximos meses podrían mostrar efectos más marcados en los precios y la inversión internacional.
Aumento de costos logísticos y de transporte.
Retrasos en cadenas de suministro y disminución de inventarios.
Caída en exportaciones hacia mercados tradicionales.
Mayor incertidumbre para inversionistas internacionales.
América Latina no ha quedado al margen. Países como México, Chile y Brasil han debido renegociar rutas y contratos de exportación, mientras que economías más pequeñas buscan oportunidades en mercados alternativos, como Asia o Medio Oriente.
Panamá, por su ubicación estratégica y su rol como plataforma logística y financiera de la región, se ve directamente influenciada por estos cambios.
El Canal de Panamá reportó una ligera reducción en el tránsito de contenedores durante el primer semestre de 2025, debido tanto a la desaceleración del comercio global como a las restricciones hídricas que limitaron el calado de algunas embarcaciones.
Sin embargo, el país mantiene ventajas competitivas:
Infraestructura moderna (puertos, zonas francas y aeropuertos).
Acuerdos comerciales con múltiples regiones.
Crecimiento del sector logístico y digitalización de operaciones aduaneras.
El Ministerio de Comercio e Industrias (MICI) ha reforzado su estrategia de diversificación, promoviendo Panamá como punto de enlace para rutas de comercio intrarregional y como centro de distribución tecnológica y farmacéutica.
Reconfiguración de rutas: nuevas oportunidades para que Panamá consolide su liderazgo en transporte marítimo y aéreo.
Digitalización aduanera: el uso de inteligencia artificial y blockchain mejora trazabilidad y reduce tiempos de despacho.
Inversión extranjera: empresas buscan estabilidad y acceso logístico; Panamá puede ofrecer ambos factores.
Aunque las tensiones comerciales globales presentan retos inmediatos, también abren espacios estratégicos para Panamá.
Su capacidad para adaptarse, modernizar su infraestructura y atraer inversiones logísticas lo posiciona como un actor clave en la nueva geografía del comercio internacional.
El desafío será aprovechar esta coyuntura con visión a largo plazo, fortaleciendo la competitividad, la sostenibilidad y la integración regional.
Ciudad de Panamá, 17 de julio de 2025 (Por Lucio H. Mora H.) - Tras varios años de políticas monetarias restrictivas, los principales bancos centrales del mundo han comenzado un ciclo de reducción gradual de tasas de interés, buscando estimular el crecimiento económico sin reactivar la inflación.
La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) confirmó en octubre de 2025 su intención de aplicar dos recortes adicionales antes de fin de año, luego de constatar una inflación moderada y una desaceleración controlada de la economía norteamericana.
El Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Inglaterra han seguido pasos similares, anticipando que 2026 podría consolidar un entorno de tasas más bajas. Según estimaciones de Bloomberg Economics, las tasas globales podrían situarse entre 3 % y 4 % hacia el segundo semestre de 2026, marcando el fin del ciclo de endurecimiento financiero iniciado en 2022.
Crédito más accesible: los préstamos personales, hipotecarios y corporativos tenderán a abaratarse gradualmente, incentivando el consumo y la inversión.
Aumento de la inversión productiva: las empresas podrán financiar proyectos con menor costo financiero, favoreciendo la creación de empleo.
Revalorización de activos: la baja de tasas suele impulsar los mercados bursátiles y aumentar el valor de bonos y bienes raíces.
Menor presión sobre la deuda pública: los gobiernos reducen el gasto por intereses, liberando recursos para inversión social.
No obstante, los analistas advierten que un descenso demasiado rápido podría generar desequilibrios, sobre todo si la inflación se reactiva o si los mercados interpretan la medida como señal de debilidad económica.
Aunque Panamá no cuenta con política monetaria propia por estar dolarizada, el país siente directamente los efectos de las decisiones de la Reserva Federal.
Los bancos panameños, que suelen indexar sus tasas a indicadores internacionales como la Libor o la SOFR, ya prevén ajustes graduales a la baja durante el primer semestre de 2026.
Esto podría beneficiar a sectores como:
Vivienda e hipotecas: familias que buscan financiar vivienda propia podrían acceder a cuotas más estables y competitivas.
Microempresas y pymes: las tasas más bajas alivian el costo del capital de trabajo y mejoran la rentabilidad de operaciones comerciales.
Consumo interno: con un crédito más fluido, aumenta la confianza de los consumidores, dinamizando la economía local.
Sin embargo, los especialistas recomiendan prudencia: el crédito debe usarse estratégicamente para inversión productiva, no para gasto improductivo o endeudamiento excesivo.
Revisar contratos de crédito y solicitar refinanciamientos si las tasas futuras son más bajas.
Diversificar inversiones, combinando instrumentos de renta fija y variable.
Aprovechar el entorno para fortalecer reservas de liquidez y reducir deuda de corto plazo.
El inicio de un ciclo de tasas de interés más bajas marca una oportunidad histórica para revitalizar el crédito y la inversión.
Para Panamá, este escenario representa una ventaja competitiva en su posición de centro financiero regional, capaz de canalizar capital hacia sectores productivos, infraestructura y tecnología.
La clave será mantener el equilibrio entre mayor acceso al crédito y gestión responsable del endeudamiento, para sostener un crecimiento sólido y sostenible.
Ciudad de Panamá, 7 de junio de 2025 (Por Lucio H. Mora H.).
Durante el primer trimestre de 2025, la deuda combinada de gobiernos, empresas y hogares en el mundo superó los USD 100 billones, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Esta cifra representa más del 330 % del Producto Interno Bruto (PIB) global, un nivel sin precedentes que preocupa a los reguladores y bancos centrales por el riesgo de una crisis de refinanciamiento, especialmente si las tasas de interés se mantienen elevadas.
Los principales incrementos se concentran en economías avanzadas como Estados Unidos, Japón y la zona euro, donde el gasto público se disparó tras la pandemia y aún no se han reducido los déficits fiscales. En paralelo, los mercados emergentes enfrentan mayores costos para financiar sus deudas externas debido al fortalecimiento del dólar y al encarecimiento del crédito internacional.
Aumento del costo de la deuda: cada punto adicional de tasa de interés implica miles de millones de dólares en pagos adicionales por intereses, lo que reduce el margen para inversión y gasto social.
Presión sobre los mercados financieros: los inversionistas buscan activos más seguros, desplazando capital desde economías emergentes hacia bonos del Tesoro estadounidense.
Riesgo de desaceleración: el exceso de deuda frena el crecimiento, pues gobiernos y empresas destinan más recursos a pagar intereses que a expandirse.
El FMI advierte que, aunque no hay riesgo inmediato de crisis global, la acumulación de deuda puede volverse insostenible si los países no controlan sus déficits y si las tasas de interés no bajan durante el segundo semestre de 2025.
Panamá mantiene una de las deudas públicas más moderadas de América Latina (alrededor del 55 % del PIB), pero el encarecimiento de los bonos soberanos en los mercados internacionales ha elevado los costos de refinanciamiento.
La calificación crediticia del país sigue en nivel grado de inversión, aunque las agencias han advertido sobre la necesidad de mejorar la disciplina fiscal y diversificar las fuentes de ingreso estatal.
Para las empresas panameñas, el entorno de deuda global implica mayores exigencias de liquidez y planificación financiera. Las instituciones financieras locales, por su parte, refuerzan sus análisis de riesgo para mantener la estabilidad del sistema crediticio.
Para inversionistas: optar por instrumentos de deuda con respaldo sólido y plazos cortos puede reducir la exposición al riesgo.
Para empresas: fortalecer el flujo de caja y renegociar pasivos a tasas fijas antes de nuevos aumentos en las tasas internacionales.
Para consumidores: mantener niveles de endeudamiento prudentes y priorizar créditos productivos o de consolidación.
El endeudamiento mundial se ha convertido en uno de los principales desafíos de la economía moderna. Aunque los gobiernos y las instituciones financieras buscan mecanismos para estabilizar el sistema, el peso de la deuda condiciona las decisiones de inversión, consumo y política económica.
Para Panamá, este contexto representa tanto un llamado a la responsabilidad fiscal como una oportunidad para reforzar su imagen de centro financiero estable y prudente en una región cada vez más expuesta a la volatilidad internacional.
Ciudad de Panamá, 17 de mayo de 2025 (Por Lucio H. Mora H.) - En los primeros meses de 2025, la economía de Panamá ha registrado una inflación anual negativa, lo cual es poco habitual y plantea retos tanto para los consumidores como para los tomadores de decisiones económicas. Según datos del International Monetary Fund (IMF), los precios al consumidor se situaron en -0,2 % interanual hacia el cierre de 2024, y las proyecciones para 2025 apuntan a una cifra cercana a ese nivel.
El fenómeno de inflación negativa (o deflación leve) implica que, en promedio, los precios de la canasta básica están bajando, lo cual parece benéfico a simple vista para el consumidor.
No obstante, esta situación también puede reflejar debilidad de la demanda interna, reducción de consumos o expectativas bajistas de precios, lo cual puede afectar la inversión y el crecimiento económico.
En Panamá, esta dinámica se presenta en un contexto de crecimiento moderado del PIB — la inflación tan baja contrasta con la necesidad de estimular la economía, especialmente en medio de desafíos estructurales. FocusEconomics+1
Para los consumidores: precios más bajos pueden aliviar el poder adquisitivo, pero también pueden generar expectativas de que los precios seguirán bajando, lo que puede retrasar decisiones de compra.
Para las empresas: menores precios implican menor margen de maniobra para trasladar costos, lo cual puede impactar utilidades, inversión y empleo.
Para el sistema financiero y de crédito: tasas de interés reales pueden subir si la inflación es muy baja, lo cual encarece el financiamiento; además, la deflación puede aumentar el valor real de las deudas, haciendo más difícil su pago.
La inflación negativa en Panamá representa una señal de alerta más que una ventaja automática. Aunque los consumidores podrían beneficiarse de precios estabilizados o a la baja, la debilidad en los precios también puede señalar un freno a la actividad económica y complicar las estrategias de crecimiento y crédito. Para una financiera, es momento de prestar atención al entorno macroeconómico, ajustar expectativas y asesorar a los clientes sobre cómo navegar en un escenario atípico.
Ciudad de Panamá, 12 de abril de 2025 (Por Lucio H. Mora H.) - El año 2025 comenzó con señales mixtas en la economía mundial. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el crecimiento global se proyecta en torno al 3 %, impulsado principalmente por el consumo interno en economías avanzadas y la recuperación gradual en mercados emergentes. Sin embargo, persisten riesgos derivados de las tensiones comerciales, los conflictos geopolíticos y el impacto prolongado de las altas tasas de interés aplicadas durante los últimos dos años.
El FMI advierte que, aunque la inflación ha comenzado a moderarse, los bancos centrales mantienen una postura prudente, buscando estabilidad de precios sin comprometer la recuperación del empleo ni la inversión productiva.
Estados Unidos y la Reserva Federal (Fed) prevén un crecimiento del 2 %, acompañado de posibles recortes graduales de tasas hacia mediados de año.
La Unión Europea se mantiene con un crecimiento bajo (1,2 %), especialmente por la desaceleración industrial en Alemania y Francia.
China proyecta una expansión del 4,5 %, afectada por la contracción inmobiliaria y la menor demanda internacional.
América Latina, según la CEPAL, crecerá alrededor del 2 %, destacando Panamá, México y Brasil como motores de recuperación.
Panamá, como economía dolarizada y centro logístico de la región, muestra resiliencia ante los cambios externos.
El FMI proyecta un crecimiento del PIB panameño del 4,5 % para 2025, impulsado por la reactivación de la construcción, el tránsito por el Canal y la digitalización de servicios financieros.
No obstante, las altas tasas internacionales encarecen el crédito local y podrían moderar la inversión privada. El reto del país será mantener la confianza de los mercados mientras fortalece su diversificación productiva y tecnológica.
Consumidores: se espera que los costos de financiamiento comiencen a estabilizarse, especialmente en préstamos personales e hipotecarios.
Empresarios: el entorno internacional ofrece oportunidades para expandir operaciones, principalmente en sectores de servicios, tecnología y logística.
Inversionistas: Panamá mantiene una posición atractiva por su estabilidad jurídica, su sistema bancario sólido y su potencial en infraestructura.
El 2025 arranca con optimismo cauteloso. Las economías del mundo buscan consolidar la estabilidad luego de años de turbulencia económica. En ese contexto, Panamá destaca por su capacidad de adaptación y su rol estratégico en el comercio y las finanzas regionales, posicionándose como uno de los países con mejor desempeño proyectado en América Latina.
Ciudad de Panamá, 21 de marzo de 2025 (Por Lucio H. Mora H.). — La irrupción de plataformas de préstamo digital está transformando el panorama del crédito en América Latina. Ante altos niveles de exclusión financiera, la región está asistiendo a un auge del “lending” impulsado por fintechs, nuevos modelos de negocio y cambios regulatorios.
Crecimiento acelerado del sector fintech
Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), entre 2017 y 2023 el número de empresas fintech en Latinoamérica se multiplicó por más de cuatro, pasando de 703 a más de 3.000, principalmente en Brasil, México y Colombia.
Este crecimiento cobra relevancia para el mercado del crédito porque muchas de estas fintechs ofrecen préstamos digitales, microcréditos o líneas de consumo dirigidas a segmentos históricamente marginalizados por la banca tradicional.
¿Por qué el “lending” digital despega ahora?
En la región, cerca del 70 % de la población está poco o nada bancarizada, lo que crea una enorme oportunidad para plataformas de financiamiento digital.
La adopción de tecnologías móviles, pagos digitales y apertura regulatoria (como banca abierta, open-banking) está permitiendo que esas plataformas ofrezcan crédito de forma más rápida, flexible y con menores barreras de entrada.
Los modelos de negocio basados en análisis de datos, scoring alternativo y formatos 100 % digitales permiten llegar a clientes que antes no tenían acceso al crédito formal.
Impacto en el crédito al consumo
Plataformas de lending están aprovechando tanto la digitalización como el cambio de cultura en el consumo financiero. Al ofrecer microcréditos, préstamos rápidos de corto plazo o líneas de crédito digital, estas fintechs están catalizando el acceso al financiamiento de personas y microempresas.
Por ejemplo, la mayor bancarización, reducción del uso de efectivo y la transformación hacia pagos digitales crean el escenario ideal:
En 2025, los pagos digitales ya representan aproximadamente el 60 % del gasto de consumo en la región.
Inteligencia de Pagos y Comercio
El mercado fintech latinoamericano se estima en unos 13.1 mil millones de dólares en 2024, con proyección de crecimiento a casi 50 mil millones hacia 2033.
Estas cifras demuestran que no solo los pagos, sino también la financiación, están experimentando una reconfiguración.
Desafíos y riesgos latentes
Aunque la tecnología facilita el acceso al crédito, también incrementa los riesgos de sobreendeudamiento, cuando los prestatarios acceden a múltiples préstamos digitales sin una adecuada evaluación de capacidad de pago.
La regulación varía mucho entre países. El crecimiento del lending digital depende en buena parte del marco regulatorio local: licencias, supervisión, protección al consumidor, etc.
También existe el reto de la calidad de los datos y del scoring alternativo: sin historial crediticio tradicional, algunas plataformas podrían asumir más riesgo.
¿Qué significa esto para los clientes y para las entidades financieras?
Para los clientes:
Mayor acceso a créditos que antes no estaban disponibles.
Más velocidad y menor burocracia para obtener préstamos.
Potencial para construir historial crediticio digital.
Para las entidades financieras tradicionales (y nuevas fintechs):
Necesidad de adaptarse: alianzas fintech-bancos, nuevos productos, análisis de riesgo digital.
Oportunidad de mercado en segmentos de consumo no atendidos.
Importancia de la educación financiera: los clientes nuevos deben entender los términos, las tasas, los plazos.
Conclusión
La irrupción del lending digital en América Latina representa una oportunidad estratégica para avanzar en inclusión financiera, pero también exige responsabilidad: tanto por parte de las plataformas que ofrecen crédito, como de los clientes que lo utilizan. Aquellas compañías que combinen tecnología, buen análisis de riesgo y transparencia estarán mejor posicionadas para liderar este cambio.
Ciudad de Panamá, 17 de febrero de 2025 (Por Lucio H. Mora H.). — El regulador financiero panameño prepara un ambicioso paquete normativo con miras a adaptar el marco legal tradicional a los desafíos y riesgos del mundo fintech. Los nuevos lineamientos buscan modernizar los requisitos para entidades financieras, impulsar la competencia y proteger al consumidor, al tiempo que preservan la estabilidad del sistema.
Contexto y motivación
Durante años, las fintech en Panamá han operado en una “zona gris” normativa, muchas veces bajo licencias diseñadas para bancos, cooperativas o casas de cambio, sin reglas claras para modelos innovadores. La Superintendencia de Bancos (SBP), en colaboración con organismos multilaterales, ha señalado la necesidad de dotar al país de un marco regulatorio específico para entidades fintech, incluyendo nuevas figuras como empresas de pago, originadoras de crédito digital, y proveedores de servicios financieros embebidos.
Al actuar sobre este vacío regulatorio, el regulador busca:
Defender la integridad y estabilidad del sistema financiero;
Garantizar transparencia y equidad;
Evitar riesgos sistémicos (lavado de activos, crisis digitales, fugas de datos);
Fomentar la innovación responsable.
Principales líneas regulatorias propuestas
Licenciamiento digital:
Se contempla crear una licencia especial para Instituciones Financieras Digitales, que permita a las fintech ofrecer servicios de crédito, pagos y ahorro sin la necesidad de operar como bancos tradicionales.
Espacio regulatorio controlado (sandbox):
Permitirá que startups y financieras prueben modelos innovadores bajo reglas flexibles, con supervisión cercana y límites de exposición, antes de su aprobación definitiva.
Banca abierta (open finance):
Promoverá la interoperabilidad mediante el uso de APIs estandarizadas y el consentimiento del usuario, permitiendo compartir información financiera entre instituciones autorizadas y dar origen a nuevos servicios digitales.
Protección al consumidor:
Obliga a la divulgación clara de tasas, comisiones, condiciones de crédito y mecanismos de resolución de conflictos, garantizando mayor transparencia y confianza.
Prevención de lavado de activos y financiamiento del terrorismo (AML/CFT):
Introduce esquemas de debida diligencia digital, monitoreo automatizado de operaciones y trazabilidad de fondos, especialmente en operaciones de crédito en línea y criptoactivos.
Seguridad informática y ciberresiliencia:
Exigirá planes de contingencia, auditorías de seguridad, cifrado de datos y protocolos de respuesta ante incidentes para todas las plataformas fintech.
Gobernanza de datos y privacidad:
Establecerá obligaciones de protección de información, gestión del consentimiento y derechos del usuario sobre el acceso, corrección o eliminación de sus datos personales.
Capital mínimo y solvencia:
Se prevén reservas obligatorias o fondos de garantía adaptados al tamaño y riesgo de la entidad, evitando crisis operativas o insolvencias súbitas.
Supervisión basada en riesgo:
El regulador aplicará herramientas digitales para evaluar el nivel de exposición de cada empresa, priorizando la fiscalización de aquellas con mayor riesgo sistémico.
Interoperabilidad de sistemas:
Se buscará que todas las financieras digitales puedan integrarse con las redes nacionales de pago y compensación, evitando fragmentación tecnológica.
Desafíos del nuevo marco
El país enfrenta el reto de equilibrar innovación y prudencia, reforzando la capacidad técnica de los supervisores y garantizando la coordinación entre entidades estatales. Además, será crucial ofrecer una transición gradual para las fintech existentes, que deberán adaptarse sin detener sus operaciones.
Impacto esperado para las financieras fintech
Las empresas del sector deberán prepararse para auditorías de ciberseguridad, nuevos estándares de gobernanza, capital mínimo y mayor responsabilidad frente al consumidor. A cambio, podrán acceder a entornos de prueba regulada, incentivos y un marco legal que respalde su crecimiento.
Este proceso marca un punto de inflexión: Panamá pasa de la zona gris a la era de la regulación inteligente, integrándose a la ola fintech latinoamericana que redefine la forma en que las personas y las empresas acceden al crédito y a los servicios financieros.
Ciudad de Panamá, 2 de enero de 2025 (Por Lucio H. Mora H.). — El ecosistema fintech de América Latina vive un nuevo ciclo de expansión, impulsado por la recuperación del capital de riesgo, la adopción masiva de pagos digitales y agendas regulatorias que abren espacio a la banca abierta. Entre tanto, Panamá comienza a articular su hoja de ruta: lanzó un Financial Innovation Hub y perfila un entorno de pruebas que podría destrabar proyectos pendientes.
Tras el ajuste de 2022–2023, el financiamiento global al sector repuntó en 2025: en el segundo trimestre superó los US$10.000 millones, el mejor registro en casi tres años, mientras que en Latinoamérica la inversión trimestral mostró señales de recuperación respecto a inicios de año. Aunque el flujo a la región sigue por debajo de los picos de 2021, la tendencia es de reactivación selectiva hacia modelos rentables y regulatoriamente viables.
El telón de fondo es un ecosistema en expansión: más de 3.000 startups fintech operan ya en 26 países de la región, cuatro veces más que en 2017, con Brasil, México y Colombia como polos principales y un foco creciente en inclusión financiera y crédito para pymes y segmentos subatendidos.
En mercados públicos, los campeones regionales siguen marcando el pulso: Nubank (Nu Holdings) reportó este año crecimientos de cuentas, depósitos y monetización por cliente, subrayando el espacio para bancos 100% digitales con operaciones en Brasil, México y Colombia.
Panamá: de la “zona gris” a la coordinación regulatoria
En Panamá, expertos describen aún un marco específico limitado para fintech, lo que ha obligado a muchos proyectos a encajar bajo licencias y normas de servicios financieros tradicionales. Sin embargo, el lanzamiento en mayo de 2025 del Financial Innovation Hub por parte de la Superintendencia de Bancos —con acompañamiento de organismos multilaterales— apunta a ordenar el diálogo, guiar a los innovadores y preparar un esquema de sandbox regulatorio. También se discuten lineamientos para pagos y activos digitales, en un país que hasta 2024 mantenía vacíos legales claros en cripto.
Lo que viene (y dónde están las oportunidades)
Banca abierta y open finance. La región avanza hacia estándares que permitan a terceros —con consentimiento del cliente— acceder a datos y originar pagos. Países como México y Chile empujan marcos de referencia que están inspirando a sus vecinos; Panamá tiene la oportunidad de adaptar buenas prácticas para habilitar casos de uso locales (agregadores, PFM, iniciación de pagos).
Inclusión y crédito responsable. Entre 80% y 90% de las fintech latinoamericanas contribuyen a la inclusión financiera; el mayor impacto sigue en el acceso al crédito con analítica avanzada, open banking y datos alternativos. Para Panamá, esto puede traducirse en microcrédito de nómina, BNPL responsable y financiamiento a merchants formales e informales.
Pagos y embedded finance. La digitalización del comercio mantiene el crecimiento de adquirencia, billeteras y pagos instantáneos; la capa de embedded finance en retail, movilidad y marketplaces genera nuevas fuentes de ingresos y datos.
Capital selectivo. Fondos priorizan unit economics y cumplimiento; América registró menor inversión en el 2025 vs. 2024, pero con mejor calidad de deal flow. En Latam, se ven rondas más pequeñas, bridges y deuda venture para escalar sin dilución excesiva.
Tres claves para la agenda panameña en 2026
Regulación habilitante y proporcional. Definir un sandbox con reglas claras para pagos, lending, finanzas embebidas y modelos P2P, más lineamientos de open finance (gobernanza de APIs, consentimiento, ciberseguridad).
Interoperabilidad y datos. Estándares de iniciación de pagos y open data financiero no bancario (servicios públicos, telcos, e-commerce) para mejorar scoring y reducir costos de originación.
Protección al consumidor y AML/CFT. Protocolos de transparencia de precios, prevención de sobreendeudamiento y compliance basado en riesgo, alineados con mejores prácticas regionales.
Panorama general: LATAM entra en una fase de consolidación con crecimiento más prudente pero sostenido. Si Panamá capitaliza su Innovation Hub y acelera reglas de open finance y pagos, puede posicionarse como un corredor regional para fintech de Centroamérica y Caribe. El reloj regulatorio ya corre; los ganadores serán quienes combinen cumplimiento, interoperabilidad y rentabilidad.
"Informándose sobre las oportunidades financieras"